Por Damián Quevedo
La crisis mundial
alarma a los gurúes del capitalismo, como el
gobernador del Banco de
Inglaterra, Andrew Bailey, quien
pidió disculpas a los parlamentarios británicos y anunció “apocalípticos
aumentos de precios de los alimentos a nivel mundial”, que van a generar “una
hambruna global”.[1].
En el mismo
sentido, el principal ejecutivo de la financiera JP Morgan, Jamie Dimon,
anunció otra catástrofe económica debido a la disparada de la inflación y su
repercusión sobre el consumo masivo, es decir, un fenómeno íntimamente ligado a
la destrucción del poder de compra de los salarios.
Dimon
describió los retos a los que se enfrenta la economía estadounidense como un
"huracán" en el camino, e instó a la Reserva Federal a tomar medidas
contundentes para evitar que la mayor economía del mundo entre en recesión. Esta declaración tuvo lugar un
día después de que Joe Biden se reuniera con el presidente de la Fed, Jerome
Powell, para hablar de la inflación[2].
El problema
para los capitalistas es que este proceso golpea también a las finanzas, lo
cual se ve en las oscilaciones -cada vez más frecuentes- en Wall Street. Los índices bursátiles en Nueva York abren
con fuertes bajas el viernes luego de haberse publicado el dato de inflación,
que sigue siendo persistente al alza. Esto llevaría a la Reserva Federal a
mantenerse contractiva por más tiempo, lo que complica el futuro de los mercados[3].
El intento de
los capitalistas, de resolver el problema con mayor regulación por parte de la
reserva federal de EEUU, es lo mismo que intentar detener el hundimiento de un
barco tapando agujeros con las manos. El problema de fondo -el que empujó a la
guerra de Ucrania- es la sobre producción capitalista, un proceso que requiere la
existencia de nuevos mercados, hoy por hoy inexistentes, para vender las
mercaderías sobrantes.
En este
contexto, la guerra y la escalada inflacionaria parecen dar respiro a los
productores de materias primas. Sin embargo, aunque esto, momentáneamente, ayude
a ciertos países, como Argentina, la escalada de precios de los alimentos y
materias primas -que está vinculado directamente a la guerra- puede cambiar inmediatamente
después de que esta finalice.
Por otra
parte, es necesario entender, que, en medio de una crisis de la magnitud
actual, es muy difícil que un país o un grupo de países se desacoplen de los
problemas que afectan al conjunto, ya que todas las ramas de la producción
están relacionadas y entrelazadas en la producción social, que es global.
Un ejemplo de
ello es la crisis energética, de la cual países como Argentina no escapan y
esto le produce un desequilibrio importante, más allá de que algunas ramas de
la producción, como la agroindustria o la minería, estén en un ciclo expansivo.
El mundo es un polvorín, que en poco tiempo va a estallar, generando condiciones para grandes rebeliones populares, los socialistas debemos prepararnos para intervenir en ese escenario. El Capitalismo se hunde en medio de la crisis más grande de sus historia, los revolucionarios y las revolucionarias debemos agitar, con audacia, la necesidad de enterrarlo definitivamente para, sobre sus cenizas, construir una sociedad distinta, el Socialismo.
[1] https://www.clarin.com/https://
Volver a página principal
Comentarios
Publicar un comentario